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Presidencia en la cuerda floja

Boric insiste en su apoyo a la justicia tras controversiales declaraciones sobre el Caso Hermosilla

El presidente Gabriel Boric mantiene su postura controversial sobre el caso de Luis Hermosilla, a pesar de las críticas por su posible impacto en la presunción de inocencia y la independencia judicial.

El Presidente Gabriel Boric sigue empeñado en desafiar las normas básicas de respeto por la presunción de inocencia, y esta vez ha conseguido superar el récord con sus comentarios sobre el caso del abogado Luis Hermosilla. No satisfecho con sus declaraciones iniciales, Boric insiste en su cruzada contra los "poderosos", pero esta vez con un toque de cinismo que parece subestimar la gravedad de sus palabras.

Primera intervención: la semana pasada, Boric no perdió tiempo en opinar sobre la prisión preventiva de Luis Hermosilla, acusándolo de ser un "señor que se creía todopoderoso". Sin tapujos, el Mandatario celebró el arresto, planteando que es "bueno que los que se creían poderosos vayan también a la cárcel". Sin embargo, esta clara violación del principio de presunción de inocencia no tardó en generar un torbellino de críticas desde todos los frentes, incluyendo tanto la oposición como algunos aliados dentro del oficialismo.

Las observaciones del abogado Juan Pablo Hermosilla y las encuestas recientes, que muestran un rechazo abrumador a la gestión judicial, han puesto al gobierno bajo un microscopio. El 84 por ciento de la población cree que el comportamiento de Hermosilla no es un caso aislado, sino una práctica común entre los abogados, mientras que sólo el 10 por ciento confía en el Poder Judicial.

Segunda intervención: este lunes, Boric decidió hacer un "ajuste" a su discurso mientras cruzaba los patios de La Moneda. En un acto de hipocresía, el Presidente reiteró su entusiasmo por ver a los "poderosos" enfrentar la justicia, pero esta vez con un guiño a la respetabilidad institucional. Afirmó no tener "ninguna preocupación" más allá del respeto a las instituciones, un respeto que, curiosamente, solo parece manifestar cuando conviene.

Boric se mantiene firme en su idea de que Hermosilla, y otros en su posición, deben enfrentar la justicia "como cualquier chileno", mientras ignora el hecho de que sus comentarios previos han sido profundamente dañinos para el principio de presunción de inocencia. El Mandatario se deshace de las críticas con una postura que desprecia las voces que han señalado la inadecuación de sus intervenciones.

Similitudes y diferencias: aunque Boric ha intentado ajustar su retórica, hay aspectos que siguen sin cambiar. Por un lado, sigue atacando a la élite que, según él, cree que los poderosos son intocables. Por otro lado, su cambio de discurso es más un intento de desviar la atención que una verdadera reconsideración de sus errores. Su posición sobre el caso de Hermosilla, comparada con su tibia respuesta al caso de Daniel Jadue, revela un doble estándar preocupante.

Boric se enfrenta a un dilema: seguir justificando su populismo agresivo o reconocer que sus intervenciones sobre casos judiciales son más un espectáculo político que un verdadero acto de justicia. Mientras tanto, la presunción de inocencia y el respeto a las instituciones siguen siendo sacrificios en el altar de la retórica presidencial.




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